por Miguel Mora
La tierra como contexto, el sentimiento de nación y una guerra civil como telón de fondo son parte de los escenarios dramáticos para contar Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, EUA, 1939), una historia de pasión y sobrevivencia, adaptada de la novela homónima de Margaret Mitchel, filmada en Technicolor, producida por Daivid O. Selznik y dirigida por Victor Fleming.
Cualquier epopeya cinematográfica inicia cuando los sueños y las ambiciones son tan grandes como la historia que se quiere narrar y así sucedió con Lo que el viento se llevó. La película relata la historia de una mujer voluntariosa y manipuladora, Scarlett O’Hara (Vivian Leigh), hija de los propietarios de una plantación situada en Georgia en 1861, justo al inicio de la Guerra de Secesión.
Como preámbulo a la guerra, nos enteramos de la obsesión de Scarlett por Ashely Wilkes (Leslie Howard) futuro esposo de su prima Melanie (Olivia de Havilland), quien después de casarse, parte junto con un grupo de jóvenes sureños entusiasmados por entrar en combate. Ante esto contrasta la actitud de Rhett Butler (Clark Gable), un hombre astuto y calculador que pretende a Scarlett, sin embargo, ella elige casarse con el hermano de Melanie por despecho. Años más tarde, y como consecuencia de la guerra, queda viuda.
La vida se torna difícil para todos los que habitan en el sur. Scarlett afronta el hambre y la pérdida de sus padres, no obstante, sale adelante gracias a sus encantos y recio carácter. Al paso del tiempo, pierde a su segundo esposo para terminar casada por conveniencia con el ahora acaudalado capitán Butler.
El desenlace está lleno de tragedias familiares y una inesperada toma de conciencia de la protagonista que, ante el abandono y la desolación, se replantea recuperar todo.
La producción de la película fue muy complicada desde el inicio: el rodaje se retrasó dos años para lograr que Clark Gable interpretara el papel de Rhett Butler y el proceso para escoger a la actriz que interpretaría a Scarlett fue muy tedioso. Se tiene registro de haberse realizado cerca de 1,400 entrevistas antes de tomar la decisión. De entre las actrices consideradas para el papel destacan Bette Davis, Paulette Goddard, Jennifer Jones y Katharine Hepburn.
La filmación comenzó en enero de 1939, culminando en julio de ese mismo año, pero hubo varios incidentes que marcaron el rodaje como el despido del director George Cukor por parte de su amigo, el productor Selznick. Se dice que había discrepancias sobre el ritmo del rodaje, pero la verdadera razón se atribuye a la mala relación que Cukor tenía con Gable. El puesto de director fue ocupado por Victor Fleming, quien, a su vez, fue sustituido brevemente por Sam Wood mientras tomaba un descanso debido al agotamiento y constante estrés que le causaba estar al frente de la monumental producción.
Se requirió de la ayuda de 15 escritores para completar el guion, aunque el crédito principal se le atribuye a Sindey Howard, autor del libro cinematográfico original. El libreto sufrió modificaciones constantes durante el rodaje para lograr contar la historia.
Todos estos cambios ocasionaron descontento dentro del elenco sin que se diera a conocer al público, pero uno de ellos derivó en la solicitud al productor por parte de Vivien Leigh y Olivia de Havilland para reestablecer como director a George Cukor, petición que fue denegada. Sin embargo, se sabe que las dos actrices siguieron consultando a Cukor en privado para resolver varias escenas de la película.
Otra baja en el equipo de producción fue el cinefotógrafo Lee Grames, de quien, tras un mes de iniciado el rodaje, Selznick y sus asociados consideraron que estaba creando imágenes “demasiado oscuras” y fue sustituido por Ernest Haller.
A todo esto hay que añadir la supuesta mala relación entre la pareja protagonista durante el rodaje, aunque es incuestionable que la química entre ambos resultó favorable para desarrollar la historia y crear una atmósfera creíble en pantalla.
La película se realizó con un esfuerzo gigantesco ya que el tiempo planeado se había agotado y si alargaban el rodaje, los costos se incrementarían de forma dramática. Fue entonces que Selznick y su equipo crearon seis unidades para terminar de filmar a tiempo la epopeya. Encima de todo, se sabe que el guion se cambiaba a diario, lo que dificultaba aún más todo el proceso. Evidentemente, se vivieron momentos frenéticos y enloquecedores al grado de que sólo los editores supervisados por el propio el productor conocían la versión final de la cinta.
Hay que recordar que cuando se rodó Lo que el viento se llevó, la novela ya era famosa, de tal manera que las expectativas eran muy altas, y el resultado no defraudó al público. El estreno en el Loew’s Grand Theatre de Atlanta en diciembre de 1939 fue un éxito total. A la ocasión asistieron Margaret Mitchel, autora de la novela, Clark Gable, Olivia de Havilland y Vivien Leigh, acompañada de Laurence Olivier. Sin embargo, es sabido que no acudieron las dos actrices de origen afroamericano que interpretaban a las sirvientas de la familia O’Hara porque las leyes de segregación racial impedían que se presentaran en instalaciones públicas.
En definitiva, Lo que el viento se llevó es una proeza cinematográfica concebida a partir de la óptica de los estudios, en donde el productor dominaba la película de inicio a fin, de tal manera que no se puede concebir la realización de esta obra maestra sin la intervención de David O. Selznick, productor realizador y co-guionista.
Aunque en imagen la cinta llega a subrayar de manera desfavorable muchas diferencias raciales en la descripción de los esclavos que trabajan en Tara (nombre de la plantación en donde vive Scarlett O’Hara), la película es considerada un clásico por sus valores cinematográficos y es, para muchos, el símbolo del origen de una nación.