Con muy escasos recursos, el joven cineasta chino, Hao Zhou, emprende una historia compleja que describe con un tono frívolo el tráfico sexual que practican tres jóvenes implicados en una relación difícil.
La noche (Ye, China, 2014) cuenta la historia de un joven hedonista y ególatra que todos los días sale de su apartamento para vender sus servicios sexuales a una clientela masculina a lo largo de un callejón estrecho, mal iluminado, de una ciudad China que nunca es mostrada.
En realidad , todo transcurre en seis lugares: uno es la habitación de Nardo, el personaje principal interpretado por el propio Hao Zhou; el callejón donde recluta a sus clientes; una escalera amplia por donde transita; un hotel; un baño público donde sostiene relaciones furtivas y un túnel donde tienen lugar los momentos más eróticos de su vida personal.
El planteamiento es simple: trata de la rutina de este joven (Hao Zhou) que al ir al encuentro de su clientela conoce a una joven prostituta de su edad (Liu Xiao Xiao) en el lugar donde suele tener sus encuentros, pero lejos de crearse una rivalidad por tener el control del espacio, los dos juegan con sus nombres apodándose él “Nardo” y ella “Narciso”, además fantasean con cómo rentar sus cuerpos el uno al otro.
Sin embargo, cada uno sigue trabajando por su cuenta . Todo parece ir bien hasta el encuentro casual con un cliente al que apodan Rosa, la relación se dificulta porque este nuevo personaje se enamora del protagonista y se muestra dispuesto a hacer cualquier cosa para captar su atención. El vínculo que han establecido Nardo y Narciso, su compañera prostituta, se ve afectado por la insistencia del intruso, aunque la trabajadora sexual intenta con frialdad mantenerse al margen, acaba cediendo y acepta ser parte de ese complicado triángulo amoroso.
Es evidente que el presupuesto para filmar La noche fue prácticamente nulo, no solo por el reducido número de locaciones y vestuarios que se repiten constantemente, sino por el escaso reparto y la falta de elementos para iluminar los espacios al aire libre que hacen evidente la pobreza de la producción.
No obstante, se logra contar el relato erótico introspectivo que Hao Zhoy escribió, dirigió y actuó, en tan solo seis semanas. La película se realizó gracias a que el joven cineasta de 21 años reunió a sus compañeros de clase y se lanzó con dos cámaras DSLR de Canon y un micrófono incrustado en un boom a filmar a la calle, sin apoyo de iluminación ni de escenografía para ambientar su historia. Es por eso que al final de los créditos se lee de forma destacada : “Hecho por Chinese City College Students”.
A veces la cinta presenta situaciones farragosas, resultado de tomas prolongadas que no aportan en su momento mucha información a la progresión dramática, además de escenas estáticas donde los personajes permanecen parados sosteniendo diálogos porque seguramente están en la única fuente de luz que hay en el lugar que escogieron para filmar.
Otro hecho relevante es que cada incursión del personaje principal cuando va a salir a la calle a vender sus servicios, está marcada por un preámbulo musical en donde baila mirándose al espejo y la canción que se escucha tiene que ver con el alias floral de cada personaje. Este tipo de seudónimos son comunes en el submundo asiático que pretende reproducir el realizador, logrando, a ratos, buenos momentos.
La cinta fue rodada de noche en su totalidad y poco se puede decir de la fotografía, entre otras cosas porque una buena parte está impregnada de un tono anaranjado invasivo, producido por el sensor de la cámara, sin embargo, este efecto aumenta la intención de permanecer ocultos haciendo lo que ellos llaman “un negocio depravado”.
Aunque algunos críticos le han encontrado un lejano parecido a Fassbinder, con pretensiones de acercarse al lenguaje de Wong Kar-wai , Zhou tiene mucho que recorrer para lograrlo.
En definitiva, este joven es un director que hay que ver crecer a partir de este debut, así que si quieres ver el proceso de un cineasta en ascenso, búscala en la Cineteca Nacional.