por Miguel Mora Vargas
[av_dropcap1]U[/av_dropcap1]n viaje en el tiempo descubre uno de los más crueles confinamientos a los que se haya sometido a tres seres humanos en Uruguay. La noche de los 12 años (Uruguay, 2018), escrita y dirigida por Álvaro Brechner, está inspirada en el libro Memorias del calabozo de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro.
Un film estrujante y conmovedor que nos muestra las torturas y los abusos que comentieron los militares uruguayos con tres líderes tupamaros que vivieron en condiciones infrahumanas en todo tipo de cárceles, en aislamiento absoluto, entre 1973 y 1985.
Basada en hechos reales, la cinta no es otra cosa que un viaje al infierno en donde los tres rehenes: José Mujica (Antonio de la Torre), Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) hacen un recorrido por las prisiones clandestinas de los militares a lo largo de 12 años. Brutalmente torturados en lo físico y psicológico, los vemos resistir hambre, incomunicación y degradaciones de todo tipo, con una estoicidad abrumadora.
A pesar de lo largo y tedioso que puede ser ver constantemente las mismas escenas, el tiempo en la película está bien manejado, porque el mínimo espacio de paz que pueden tener estos condenados, es aprovechado para ver cómo se comunican entre ellos con un código a base de golpes en los muros, que ellos mismos inventan. También cualquier tipo de conversación entre sus captores es interpretada y utilizada a su favor para obtener una ventaja.
Sin embargo, el viaje a la locura al que los llevan sus guardianes, hace que muchas escenas se vuelvan alucinantes, produciendo en el espectador momentos sobrecogedores.
Como un recuso refrescante, la historia sale del encierro para mostrarnos en flashbacks los momentos angustiantes que vivieron los personajes en los instantes en que fueron capturados en 1973. De ahí en adelante, el tiempo se congela para ellos, todo son recuerdos, imágenes fugaces que pasan por su pensamiento.
Cada elemento cuenta, como las visitas familiares que son el único contacto con el mundo real, que, en su mayoría, son escenas desgarradoras por la presencia agresiva de los cancerberos que impiden cualquier tipo de contacto físico.
También existen momentos cargados de humor negro donde se muestra el absurdo burocrático que implica dejar libre a uno de los prisioneros para hacer sus necesidades. Estos hechos insignificantes son aprovechados dentro de la trama para que el prisionero recoja un trozo de periódico y pueda informar a sus compañeros por medio de claves lo que está pasando en el mundo exterior.
Si bien son actos reducidos, aportan una dosis significativa a la atmósfera de la cinta porque ayudan a reflexionar sobre lo difícil de las condiciones en las que están sumergidos los protagonistas.
La tesis de la historia se sustenta en las medidas que tomaron los militares para sostener el régimen dictatorial, y se reduce a conservar en vida a estos tres rehenes debido a su valor político, para doblegarlos y hacerlos perder la razón.
De este modo, el drama carcelario que nos presenta el cineasta Brechner gira en torno a mantener a los personajes en los límites de la cordura como una forma de lucha y no rendirse ante el enemigo.
El movimiento Tupamaro fue significativo para toda América Latina, sus golpes sensacionalistas hicieron época, sin embargo, el costo fue muy alto, tuvieron que pasar 12 años para que triunfara la democracia en Uruguay, y con esto la liberación de estos tres personajes que tuvieron una vida activa en la política de ese país. Cabe recordar que José Mujica fue presidente de Uruguay y Eleuterio Fernández Huidobro fue senador y Ministro de Defensa.
La noche de los 12 años es un film que muestra el virtuosismo del cineasta Álvaro Brechner, para sostener una situación muy difícil que es transmitir la sensación de encierro prolongado, sin embargo, está situación de agobio es resuelta con solvencia cinematográfica, logrando un buen producto con la ayuda del fotógrafo Carlos Catalán, quien no pierde oportunidad de trabajar en la línea de los contrastes imprimiendo a las imágenes la sobriedad requerida.
La película se presentó en la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia, además participó en los festivales de San Sebastián y Biarritz. También fue seleccionada para representar a Uruguay en la disputa por el Oscar extranjero y el premio Goya en España.