por Pepe Perabeles
“We shall defend our Island, whatever the cost may be; we shall fight on the beaches, we shall fight on the landing grounds, we shall fight in the fields and in the streets, we shall fight in the hills; we shall never surrender…” –Winston Churchill
No sé si tenga que ver con el Brexit o con que en 2015 se cumplieron 100 años de la fallida batalla de Galípoli, pero Churchill regresó por tercera vez al panorama internacional y ¡vaya forma de hacerlo! El héroe de guerra y maestro del self branding, Sir Winston Churchill, ha tomado los medios de entretenimiento contemporáneos como lo hizo con los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
De unos años para acá, lo hemos visto por todos lados, desde obras de teatro como “3 días en mayo” del dramaturgo Ben Brown, a una pequeña película protagonizada por Brian Cox, hasta en la serie de Netflix The Crown siendo interpretado por John Lithgow.
Lo cierto es que Darkest Hour debería ser el “Nessun Dorma” que termine con la Churchillmanía de manera grandiosa.
La historia toma lugar justo cuando Hitler pone en jaque a toda Europa y Londres está por tomar dos de las mejores y más arriesgadas decisiones que ha tomado en su historia.
La primera, elegir a Winston Churchill como Primer Ministro y la segunda, enfrentar a los nazis… y bueno, ya todos sabemos como acaba eso, pero ¿sabemos cómo?
Es extraño que una película con este presupuesto y elenco compita en taquilla con películas como Star Wars: Episodio VII Los últimos Jedi pero lo hizo y qué bueno que lo hizo.
El director Joe Wright (Orgullo & Prejuicio, Anna Karenina), experto en retratar historias de época y Gary Oldman (León, el profesional, El quinto elemento) uno de los mejores actores de Hollywood, nos muestran a un Churchill auténtico, un verdadero ser humano lleno de dudas y defectos de carácter impredecible y mente brillante.
Irónicamente, la película, en la que nuestro protagonista está presente el 99% del tiempo, inicia con su ausencia. Abrimos en la Cámara de los comunes a reventar pero la ausencia de nuestro protagonista es notada rápidamente ya que la toma nos lleva a una silla vacía con un sombrero de copa sobre ella para cortar a una copa de Whisky y un puro entre dedos regordetes, aún no hemos visto el rostro de bulldog de Winston, pero ya sabemos que se trata de él.
La cinematografía de Bruno Delbonnel es obscura e íntima, deslavada pero llena de contraste y a veces te hace sentir que estás viendo un cuadro de Velázquez o que estás dentro de un cuadro renacentista.
Pero esta cinta es más que logros técnicos, la verdadera valía yace en su protagonista. Todos sabemos que Churchill decide enfrentar a Hitler y declararle la guerra, pero aquí podemos conocer los verdaderos sentimientos que se vieron involucrados en la historia. Las dudas y los momentos que pusieron a nuestro héroe al límite y cómo tuvo que enfrentar sus demonios para seguir adelante.
Todo mundo habla de Gary Oldman pero el papel de Kristin Scott Thomas (El Paciente Inglés, Nowhere Boy) quien interpreta a Clementine es muy destacable, quizás no gane ningún Oscar, pero se llevará el amor del público.