por Miguel Mora
¡Ánimo, delincuencia!… es la consigna para apoyar a “Los Perros”, el primer equipo de fútbol americano del reclusorio de Santa Marta Acatitla.
Una proeza cinematográfica basada en hechos reales que sucedió a principios de los 80s, narra la historia del joven Zambrano (Adrian Ladrón) cuando es trasladado a la prisión que alberga a los presos más peligrosos de México. Con un amplio historial delictivo, el joven se adentra en un mundo mucho más hostil que el había conocido en los presidios para menores.
Al poco tiempo de ingresar, Zambrano intenta suicidarse y eso, irónicamente, le abre la posibilidad de subsistir dentro del penal. Pasa a formar parte del equipo de fútbol americano que representa a la institución, pero al ser aceptado dentro del equipo, también forma parte de la 4ª compañía, un gremio criminal auspiciado por las autoridades para controlar la cárcel y cometer atracos de todo tipo.
La cinta está bien ambientada, entre otras cosas porque una parte importante fue filmada en escenarios reales. El interior de Santa Martha Acatitla se muestra tal cual, sin reparaciones ni adornos que puedan falsear el entorno, además insertan tomas de la época como parte de la historia, cosa interesante porque no rompe con la unidad fotográfica.
Otro factor determinante son los extras; verdaderos reclusos que forman parte de la escenografía cotidiana, algunos interpretan pequeños papeles dándole un tono efectivo a la crudeza de la película.
Hay un momento interesante en la historia, en donde muy al estilo de la novela de Alan Sillitoe La soledad del corredor de fondo (novela trasladada al cine en 1962), los miembros del equipo “Los Perros”, deciden desobedecer las ordenes del general Arturo Durazo, poniendo en riesgo sus vidas y las de las autoridades del penal.
Este gran acto de indisciplina rescata la poca dignidad que le queda al pequeño grupo de reclusos, después de una vida de encierro y sometimiento.
En definitiva, la película retrata bien una parte obscura de la historia de México en donde el nepotismo, la corrupción y la impunidad descarada promovidas por el gobierno de José López Portillo, se “institucionalizó” para herir mortalmente a la sociedad mexicana.
Mitzi Vanessa Arreola y Amir Galván Cervera nos sorprenden con una dirección certera que muestra conocimiento del oficio cinematográfico. El manejo actoral da pie a las buenas interpretaciones de Adrián Ladrón, Andoni García, Gabino Rodríguez, Hernán Mendoza, José Sefami y Manuel Ojeda, entre otros.
La 4ª compañía es una película que vale la pena ver, es un producto con buena manufactura en donde la lucha por llevar a buen término un guion lleno de historias paralelas con muchas implicaciones políticas, éticas y sociales, logra su cometido.