por Miguel Mora Vargas
[av_dropcap1]J[/av_dropcap1]amás llegarán a viejos (They Shall Not Grow Old, Reino Unido, 2019) es un documental escrito y dirigido por Peter Jackson que resulta ser la historia de una atrocidad —muy bien contada— con connotaciones morales que nos invita a reflexionar sobre las secuelas mentales y emocionales ocasionadas por la Primera Guerra Mundial.
A pesar de que este proyecto fue un encargo del organismo 14 -18 AHORA, nombre que se le dio al programa de arte creado por el Reino Unido para conmemorar los 100 años del fin de la Primera Guerra Mundial, el documental tiene un sello personal que le da fuerza e identidad propia.
El trabajo colosal que realizó Jackson y su equipo por más tres años para poder armar la película, comprendió la revisión de más de 600 horas de entrevistas a doscientos veteranos, así como examinar 100 horas de imágenes tomadas durante el conflicto. Gracias a eso, se pudo recrear de manera fiel lo que vivieron los hombres que expusieron su vida durante la guerra.
La estructura del documental está planeada para que veamos cómo fueron los días de los soldados de a pie, del lado de los ingleses, desde el momento en que se alistan hasta que los dan de baja en el ejército.
La narración está armada con los testimonios de los veteranos que sobrevivieron a la guerra y los escuchamos sin ver sus rostros, pero vemos imágenes reales de aquellos jóvenes que acudieron al frente. Además, para darle mayor dramatismo al documental, Peter Jackson incorporó sonidos reales de explosiones, voces de soldados que tienen que ver con el acento original de los regimientos según sus regiones y sonidos de fondo que ayudan a crear una atmósfera sumamente realista.
En la primera parte de la cinta, los soldados cuentan con entusiasmo cómo se alistaban para ir a combatir, buscando la gloria y el reconocimiento que la guerra les podía dar. Lo más trágico del asunto es que muchos de ellos cuentan cómo mentían sobre su edad para poder ingresar al ejército, pues tenían 15, 16 y 17 años. Era tal la euforia que no se detenían a pensar que estaban siendo engañados y que literalmente estaban reclutándose para servir como carne de cañón en una guerra creada por los intereses mezquinos de gobiernos insaciables y deshumanizados.
Sin embargo, ese entusiasmo se quebranta cuando llegan al frente francés y se dan cuenta de la realidad, no solo son las bombas, las minas o los gases que lanza el enemigo lo que hace insufrible la vida en las trincheras, sino también la falta de alimentos, las condiciones insalubres en las que tienen que sobrevivir, infestados de piojos, rodeados de ratas y cadáveres. Esta segunda parte del documental es reveladora, porque el trabajo de montaje es espléndido y realmente logra introducir al espectador a los horrores de la guerra, además de hacer una disección de la frágil moral de los soldados.
Pero lo más desmoralizador de la historia sucede en la tercera y última parte del documental, en donde se nos muestra el regreso de los soldados a casa. Los sobrevivientes son rechazados por su propia gente y no logran incorporarse a la vida productiva porque la economía se encontraba en una etapa de recesión. Son momentos muy contundentes los del final, que nos invitan a meditar sobre la indiferencia humana hacia los que han sufrido las peores atrocidades de la guerra.
Jamás llegarán a viejos, cuya traducción original debería de ser “Ellos no envejecerán”, es una frase tomada de la obra del poeta Laurence Binyon, titulada “A los caídos” y se refiere precisamente a los que murieron en la Primera Guerra Mundial.
A parte del valor histórico, vale la pena ver el documental por su excelente remasterización y su impresionante banda sonora, también porque fue concebida para proyectarse en los formatos 2D y 3D y se recomienda ampliamente verla en este último formato.
Jamás llegarán a viejos fue nominada a los premios BAFTA 2019 como mejor documental y a los premios del Círculo de críticos de Londres 2019.