Alma (Johana Fragoso Blendl), una mujer albina, sale de prisión a una ciudad fría, lúgubre y devastada por la marginación y la pobreza. Su aspecto físico la hace sobresalir en el ambiente y, en el fondo, está en peores condiciones que el resto de lo habitantes.
Lo primero que hace al salir es buscar a su ex-pareja, Bernie (Raúl Briones), y a su hija Azul (Azul Magaña Muñiz), pero no los encuentra. Sin dinero y sin tener a dónde ir, Alma visita la farmacia en la que trabaja su amiga Concha (Mónica Del Carmen).
Concha le informa que Bernie y Azul se fueron al Norte después de que Alma fuera enviada a prisión. Mientras hablan, Clemente (Enrique Arreola), hombre hipocondríaco y habitual cliente de la farmacia, muestra dificultad para respirar, entonces Alma, quien aprendió algo de enfermería en prisión, lo asiste.
Más tarde, Clemente visita al médico, quien le informa que no sufre nada de gravedad, pero él está seguro de que su situación es más grave de lo que se le informa.
Poco después, descubrimos que Concha, está saliendo con Bernie y planean casarse. Ella está obsesionada con la idea mientras que a él lo único que le importa es explotarla y hace comentarios despectivos de su apariencia constantemente.
En su desesperación, Alma acepta ser enfermera de Clemente, quien la ve como un ángel de la guardia, pero continúa investigando el paradero de su hija. Eventualmente, encuentra a Bernie, quien se rehúsa a entregarle a su hija. Pero Alma no se dará por vencida.
Con este largometraje, Kenya Márquez logra mostrar la lucha interna de los protagonistas y sus aspiraciones, mientras sobreviven las inhóspitas condiciones de una zona extrema de la ciudad de México.
La primera mitad de la cinta está muy bien construida, no obstante, mucho del conflicto se pierde en la segunda mitad y las resoluciones carecen de la tensión que se había construido anteriormente con la excepción del arco narrativo de Concha.
Afortunadamente, las actuaciones de Johana Fragoso Blendl y Mónica Del Carmen mantienen al espectador interesado por el destino de los personajes, mientras que la creación del ambiente desesperanzador se debe mucho al diseño sonoro a cargo de Matías Barberis, quien sembró en la película los detalles necesarios para hacernos sentir presentes en todas las locaciones y el psique de los personajes.
La fotografía, a cargo de Javier Morón, también destaca. Su paleta genera una atmósfera sombría de la cual no hay escapatoria y ayuda a sumergirnos más dentro del mundo establecido en por la cinta.
Asfixia tiene debilidades, pero muchos de los elementos que la componen las compensan.