por Fernanda Ferrer
[av_dropcap1]A[/av_dropcap1]mor a segunda vista es una comedia romántica que transcurre en mundos paralelos para hablarnos de la reconexión amorosa y el amor en tiempos de crecimiento personal.
El más reciente largometraje del escritor y director francés Hugo Gelin, Amor a segunda vista (Mon inconnue, Francia, 2019), que se presenta dentro del Tour de cine Francés 2019, nos ofrece una ligera historia de reconexión amorosa, segundas oportunidades y la revaloración de nuestros amores cercanos.
Protagonizada por Francois Civil y Josephine Japy, Amor a segunda vista retoma la vieja fórmula de mezclar ciencia ficción con comedia romántica para contar cómo una pareja navega el tener que volver a enamorarse en un universo paralelo.
La cinta comienza con la premisa de cómo dos estudiantes, Raphaël, un joven sin mucha experiencia amorosa que vive sumergido en su imaginación y en su constante deseo de escribir una novela, y Olivia, una talentosa aspirante a pianista, se conocen y enamoran casi instantáneamente. Después de ese primer encuentro, nos adelantamos a cómo ese flechazo inicial evoluciona en una bella relación que se complejiza a lo largo de diez años.
En ese periodo de tiempo, vemos que disfrutan una vida compartida con mundana pero genuina felicidad. Con la ayuda de Olivia, Raphaël teje sus vagas ideas en una novela que, al cabo del tiempo, lo convierten en un exitoso escritor. Olivia, por su parte, pone gran esfuerzo en el piano, pero al tiempo, termina poniendo en pausa su carrera. Y así, los dos crecen y, lentamente, el ensimismamiento de Raphaël por su trabajo, va dejando en el olvido a Olivia, hasta llevarlos a un punto de ruptura.
Tras una enérgica discusión que pareciera poner un irrevocable punto final a la pareja, Raphaël despierta en un mundo paralelo completamente diferente a su vida. Un mundo donde él nunca concretó su libro, y en cambio Olivia consigue ser una famosa pianista de concierto; es un mundo donde nunca se conocieron. Raphaël, desesperado por regresar a su vida anterior, empieza una lucha por volver a enamorar a Olivia.
Amor a segunda vista es una cinta que juega con la idea de combinar la comedia romántica con universos paralelos, muy al estilo de finales de los 90 e inicios de los 00. Es una historia que recuerda un poco a cintas como Dos vidas en un instante (Sliding doors, Peter Howitt, EUA, 1998) o Eterno Resplandor de una mente sin recuerdo (Michel Gondry, EUA, 2004), pero que de cierta manera intenta alimentar la narrativa con conversaciones actuales donde el éxito personal y profesional se confrontan con la idea de la realización sentimental.
Resulta peculiar la selección de la comedia romántica en 2019. A inicios del 2000, la comedias románticas dominaban la taquillas, sin embargo, a partir del comienzo del 2010, el género comenzó a desvanecerse de la predilección de la audiencia.
Una de las tantas razones para que el género disminuyera su presencia en el mainstream, es que la fórmula clásica de comedia romántica dejó de subvertir las expectativas del público. No importaba cuántas variaciones de la trama se dieran, el camino resultaba demasiado conocido. La cinta de Gelin a momentos se siente bastante familiar con dicha fórmula que ya hemos visto en repetidas ocasiones. A pesar de ello, el guion no es para nada caótico y se entiende bien lo que quiere comunicar.
Las primeras imágenes que vemos en pantalla son de un post-apocalíptico París bajo hielo donde ocurre una persecución de personajes en un ambiente que pertenece más a las cintas de acción que al preludio de un romance. Estas imágenes corresponden a la novela en proceso con la que Raphaël lucha al inicio de la historia y que pareciera ser la causante de la fragmentación de los mundos paralelos.
Por supuesto, la novela existe como un espejo, una metáfora del estado emocional de Raphaël y de los deseos y necesidades del mismo. Esta parte, la cual se sustenta en el aspecto de ciencia ficción de la cinta, se beneficia al desafiar la estructura clásica ya visitada del género.
Muchas de las escenas más divertidas de la película recaen en el carisma de sus actores principales, en particular sobre la química entre Raphaël y su mejor amigo de la escuela, Félix (Benjamin Lavernhe), quien al igual que el Raphaël del mundo alterno, no goza de mucho éxito en su trabajo o en sus relaciones amorosas. La diferencia recae en que la simple pero tranquila vida que lleva Félix, donde su relación más profunda es con Raphaël, parece brindarle suficiente felicidad. Y ésa es una importante lección para el protagonista.
Esta cinta, a pesar de sus similitudes con historias ya contadas, aborda de manera cómica, eficiente y bastante pertinente, algunas disertaciones actuales sobre la complejidad en de las relaciones humanas contra el desarrollo individual. Y, a pesar de que sugiere que los sacrificios personales en nuestras ambiciones son ineludibles, también propone un sencillo equilibro entre la aspiración personal y la apreciación del ahora como mecanismo para la felicidad.
Amor a segunda vista es una simpática película sobre la forma en que vemos a las personas que amamos, cómo ese amor trastoca el rumbo de nuestras vidas y las diferentes maneras de encontrar satisfacción en nuestra realidad.