¿Qué puede ser más duro que perder a un hijo? Perderlo como consecuencia de un brutal crimen a manos de alguien que no será castigado.
Este año, Martin McDonagh nos trae la historia de Mildred Hayes (Frances McDormand), una mujer que tras meses de espera, busca sacudir el sistema de justicia de Ebbing, Missouri. Al ir conduciendo por una carretera poco transitada a las afueras de su pueblo, Mildred tiene una epifanía cuando ve tres espectaculares abandonados. Decide alquilarlos y coloca en ellos preguntas que exigen justicia por su hija asesinada, al tiempo que culpa al Sheriff de la localidad (Woody Harrelson) por la falta de resolución en el caso.
Mildred está enojada, dolida y dispuesta a dejar de ser vista como la pobre madre doliente para convertirse en una aguerrida justiciera que hace enfurecer a más de uno de los habitantes y policías de Ebbing, pasando por alto incluso al único hijo que le queda.
La cinta muestra la desolación e impotencia que puede provocar un sistema de justicia que aunque por momentos parece tener buenas intenciones, es tan incompetente, corrupto y abusón, que orilla a los desafortunados a cobrar justicia por su propia mano. Pero no sólo eso, McDonagh retrata el hoyo negro de la entropía social en la que viven ciertos pueblos e individuos que son arrastrados por la inercia y abatidos por la violencia por el simple hecho de que no conocen otra manera de actuar. Con todo y este oscuro panorama, el cineasta no nos deja en la desolación, nos da algo en lo que cuesta creer últimamente: la posibilidad de redención. ¿Cómo se redime alguien que es capaz de mediomatar a un hombre a golpes? Encontrando el sentido de su vida.
Las magníficas actuaciones de Frances McDormand y Sam Rockwell —ganadores del Globo de Oro 2018— elevan Tres anuncios por un crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, EU-2017) a otro nivel cinematográfico. Este es cine hecho para confrontar y sacudir, justo lo que necesitamos hoy por hoy en las pantallas.