por Montserrat Pérez Bonfil
Amar da miedo, un miedo comparable al que sienten los exploradores cuando enfrentan tierras desconocidas, pero el amor da más. Más si eres una aristócrata francesa del siglo XVIII comprometida con el hombre que habría de casarse con tu hermana muerta. Y más, mucho más, si de quien te has enamorado es de otra mujer.
La guionista y directora Céline Sciamma (Waterlilies, Girlhood) se ha caracterizado por construir historias profundas que muestran personajes (en su mayoría mujeres) que pasan por momentos turbulentos o de transformación en sus vidas. Con su última cinta, Portrait of a Lady on Fire, nos regala una historia bellísima, tanto a nivel estilístico como narrativo; un sutil drama, que hipnotiza y que duele, pero que, gracias al arte, no desgarra.
Estamos en Francia antes de la Revolución (finales del siglo XVIII). Marianne (Noémie Merlant), una joven artista, es contratada para pasar unos días en la casa de una familia aristócrata en la región de Brittany para hacer un retrato de Héloïse (Adèle Haenel). La familia está de luto porque una de las hijas ha muerto y ahora Héloïse tendrá que casarse con el milanés al que su hermana estaba prometida. El retrato es un regalo para el futuro esposo, pero Héloïse no sólo está triste por la pérdida de su hermana, también está enojada por tener que tomar su lugar. Ella preferiría estar en el monasterio donde puede escuchar música y leer.
Marianne arriba a la mansión cargando un par de lienzos en blanco, no sin antes hacer evidente su independencia y arrojo ya que para llegar a su destino, la chica tiene que subir a una lancha en la que un grupo de hombres reman para llevarla; al brincar una ola, la caja con los lienzos cae al mar y Marianne, con todo y el corsé y los zapatos puestos, se echa al agua para recuperarlos.
La madre de Héloïse pide a Marianne hacer el retrato sin que su hija lo sepa ya que, ante la situación, Héloïse se ha negado a posar para que la pinten. Ella piensa que Marianne es una dama de compañía y esto implica que la joven artista tenga que grabarse en la memoria cada uno de los detalles del rostro de Héloïse mientras están juntas y pintar en sus tiempos libres.
Poco a poco, las miradas intensas de Marianne van despertando algo en Héloïse. Pero no sólo Marianne observa y escucha, detrás del enojo y la frialdad, Héloïse muestra ser una chica sensible, curiosa y creativa, que descubre lo que se siente amar en brazos de Marianne.
La presencia masculina es casi nula en esta cinta, al menos a nivel físico, pero permea todo lo que rodea a estas mujeres, incluso en un paraje tan lejano. La omnipresencia del “deber ser” construido por un mundo hecho por hombres, es aquello que obliga a nuestras protagonistas a asumir el mundo como un lugar en el que no cabe ninguna duda: una mujer tiene que casarse y procrear, ser la mujer de alguien, y ese alguien tiene que ser un hombre.
Aunque Marianne no está obligada a casarse porque, para su fortuna, ha heredado el negocio y oficio de su padre artista, eso no la exenta de vivir en ese mundo en el que, por default, el hombre es creador y la mujer una figura pasiva que posa para ser contemplada. De hecho, hay una escena en la que un grupo de mujeres cantan frente al fuego repitiendo la frase en latín “fugere non possum” que se traduce como “no podemos escapar”.
Pero Céline Sciamma nos lleva, con sutileza, a presenciar cómo, ante la mirada de Marianne, Héloïse no sólo es una musa inspiradora, sino creadora activa de la obra de la artista y cuando ellas dos están juntas, lo tienen muy claro: se pertenecen pero no se someten la una a la otra.
Por su parte, cada uno de los cuadros que retrata la cámara de la cinefotógrafa Claire Mathon, son obras de arte por sí mismos, especialmente los momentos de claroscuro en los que todo está iluminado por el fuego.
La mirada del poeta y una hermosa reinterpretación del mito de Orfeo y Eurídice le dan a la historia otro nivel de profundidad en el que estas dos mujeres nos hacen partícipes de su complicidad para siempre.
Ganó el premio a Mejor guion en el Festival de Cannes.