por Montserrat Pérez Bonfil
[av_dropcap1]L[/av_dropcap1]a locura es un estado mental que altera, no sólo la realidad de quien la vive, sino la de todos los que lo rodean. Esto queda plasmado en la cinta Ana y Bruno (México, 2017), el primer largometraje animado de Carlos Carrera, que busca internarse en el derrumbamiento mental de una mujer que no logra lidiar con su desoladora realidad y la forma en que su pequeña hija, Ana, trata de ayudarla.
El padre de Ana, un hombre aparentemente amargado, lleva a Carmen (Marina de Tavira), su mujer, y a su pequeña hija (Galia Mayer) a pasar una temporada cerca del mar.
Carmen y Ana disfrutan de la vacación hasta que empiezan a pasar cosas extrañas que Ana, como buena niña curiosa, se da a la tarea de investigar.
Poco a poco, nos damos cuenta, de la mano del personaje, que lo que parecía ser un centro vacacional es en realidad una institución psiquiátrica en la que se administran tratamientos de electroshock a pacientes esquizofrénicos para deshacerse de sus amigos imaginarios.
Ana, en uno de sus paseos, conoce a Bruno (Silverio Palacios), un duendecillo verde producto de la imaginación de uno de los internos. Bruno lleva a Ana a conocer a un grupo muy particular de raros seresillos que asisten al funeral de Piripitín, un payasito de ventrílocuo a cuyo creador le frieron el cerebro.
Estando en el funeral, el grupo de amigos imaginarios conoce a un ser que nunca nadie había visto por ahí: un iracundo e incontrolable monstruo de fuego que busca terminar con todo lo que encuentra a su paso.
Ana, asustada, regresa con su madre sólo para descubrir que este terrorífico ser es producto de la imaginación de Carmen, quien es encerrada de inmediato en un cuarto acolchado.
La niña, temerosa, pero con ayuda de sus nuevos amigos, emprende un viaje en busca de su padre para que venga a ayudar a Carmen antes de que le apliquen electroshocks.
Y ahora, la pregunta obligada: ¿Es Ana y Bruno una cinta para niños? Las opiniones son diversas y muchas de ellas contradictorias, pero yo me decanto por decir que Ana y Bruno es una película que puede ser vista por niños a partir de los nueve o diez años que vayan acompañados de un adulto capaz de hablar con ellos sobre temas como: la locura, la muerte, la infidelidad, la pérdida y la capacidad de soltar.
Pero, en definitiva, te sugiero que no te vayas con la finta del bonito cartel y el engañoso tráiler, porque si llevas a un pequeñín de cinco, es probable que, además de darle miedo lo que aparece en la pantalla, le genere mucha confusión.
Las cintas de Carlos Carrera se caracterizan por ser polémicas y ésta no es la excepción, ya que, al día de hoy, hay un sinnúmero de padres molestos que asistieron con sus pequeños a las salas y se han quejado de que la publicidad engañosa no tiene suficientes advertencias para saber el rango de edades del público al que va dirigida.
Ahora, hablando estrictamente de la cinta, aunque la premisa resulta interesante, hay detalles en la historia que no queda muy claro el porqué de su existencia y es que parece que ni Carrera tiene claro cuál es el mensaje que quiere transmitir.
A la postre, algunos enfermos del psiquiátrico se curan porque sus amigos imaginarios desaparecen para ayudar a Ana, pero cuando regresan parece que los locos ya no tienen salvación.
Esto, que bien manejado podría parecer un chiste, se queda a medio camino entre lo siniestro y lo cómico, como ocurre con la mayoría de las “puntadas” que más que mover a risa al espectador, lo dejan indiferente o confundido.
Hay que resaltar el esfuerzo y gran trabajo que existe detrás de Ana y Bruno, pero tristemente la historia de Daniel Emil no termina de funcionar y se cae en algún punto del tercer acto, que aunque culmina con un final feliz, no nos deja del todo satisfechos.
Aunque la estética y la animación nos remiten a El Héroe (México, 1994), corto con el que Carrera ganara la Palma de Oro en Cannes allá por el año de 1994, el ritmo de Ana y Bruno es por demás lento, tanto, que se torna por momentos soporífero.
Éste fue el primer largo animado de Carrera y estamos seguros que tiene mucha tela de donde cortar para regalarnos algo mejor para la próxima.
1 comment
Pues al respecto de que no dicen como para que edad, Esta dirigida? y aunque no la he visto, me resulta molesto y de risa, porque, conozco niños que ven películas de terror desde los 3 años, así que…seria Buena opción llevar a verla, para enseñarles el desapego! Así como lo comentas! Pero si no esta tan buena, lo pensaré!