por Miguel Mora
[av_dropcap1]H[/av_dropcap1]ay historias de terror que al momento de trasladarlas de la literatura a la pantalla, cobran más fuerza y continúan fuera del cine encarnadas por sus protagonistas, ese es el caso de ¿Qué pasó con Baby Jane?, (What ever Happend to Baby Jane?, EUA, 1962) película en blanco y negro dirigida por Robert Aldrich, basada en la novela de Henry Farrell.
En una vieja mansión de los Ángeles, las hermanas Hudson viven confinadas al olvido. Jane (Bette Davis) una exitosa estrella infantil de Hollywood, es borrada del panorama del cine al crecer. Su hermana Blanch (Joan Crawford) por el contrario, se convierte en una actriz de éxito. Pero un misterioso accidente de auto acaba con su carrera artística dejándola en una silla de ruedas. Jane, la aparente responsable del suceso, es la encargada de su cuidado. El rencor y la frustración afloran y dictan la conducta de Jane que se dedica a martirizar a su hermana postrada hasta casi matarla.
Pero la realidad supera a la ficción, la rivalidad entre las dos intérpretes —Crawford y Davis— era real y la filmación de ¿Qué pasó con Baby Jane? se convirtió en una batalla campal.
Todo empezó con la firma de los contratos: por una equivocación a Crawford le entregaron el contrato de Davis en donde se leía que recibiría una cantidad extra semanal para gastos. Unos días más tarde, se vieron obligados a poner en el contrato de Joan la misma cantidad semanal.
Al momento del rodaje, sus camerinos estaban uno al lado del otro, haciendo la convivencia más densa y fatal.
Aunque el enfrentamiento era frontal, todo sucedía entre líneas. Dentro de las anécdotas se cuenta que Bette Davis mandó instalar una máquina dispensadora de Coca Cola en el set para molestar a Joan Crawford que estaba casada con un alto ejecutivo de Pepsi.
A continuación, en una escena en la que Baby Jane empujaba a su hermana por la sala de la casa, Crawford se quejó porque “fortuitamente” la golpeó con el pie. Más tarde se vengó: aprovechó una escena en la que Bette tenía que arrastrarla, colgándose pesas en el vestuario provocando que su rival se lastimara la espalda.
Davis se quejó de la afición por la bebida de Crawford, (aunque en realidad se sabe que las dos eran alcohólicas). También sobre los rellenos en sus sostenes. Crawford, por su lado, insultó a la hija de Davis, quien formaba parte del elenco, diciendo “que no fue agraciada con el talento de su madre”.
Robert Aldrich llegó a confesar que ambas le hablaban en la noche para quejarse: “Primero una, luego la otra” … “Eran como dos Tanques Sherman y se despreciaban abiertamente”…
Afortunadamente, Aldrich pudo con el ego de las dos y lo utilizó a su favor para que la rivalidad creara una atmósfera propicia al realizar la película. Con esos contrastes de comportamiento en la pantalla, el planteamiento escénico de la cinta está fuertemente acentuado en la fotografía que logra Ernest Haller con las penumbras planteadas al interior de la casa.
Sin embargo, el antagonismo y las hostilidades continuaron fuera de los sets. Tiempo después de terminado el rodaje, Batte Davis fue nominada para el Oscar siendo la favorita en la terna, no obstante Crawford influyó para que no se lo dieran.
Esa enemistad trascendió hasta el fallecimiento de Crawford. Davis declaro: “Uno nunca debe decir cosas malas sobre los muertos, sólo se deben decir cosas buenas… Joan Crawford está muerta, ¡qué bien!”
Y más aún este icónico encuentro fue el motivo para realizar la serie de televisión llamada Feud: Bette and Joan (EUA, 2017). Dirigida por el cineasta Rayan Murphy en donde narra la rivalidad entre las dos grandes luminarias del cine.
Es bueno recordar que cuando Robert Aldrich buscaba financiamiento para la película, las carreras de Davis y Crawford estaban en declive. Sin embargo, Aldrich logró que la Warner la produjera y el éxito de la película las reubicó en la primera fila de la pantalla grande. ¿Qué pasó con Baby Jane? es un clásico del cine estadounidense.